En la pasada Feria del Libro de Madrid de 2015, mientras me firmaba mi ejemplar de Música para feos, Lorenzo Silva, como suele ser su costumbre, nos concedió a mi amiga Ana (que me acompañaba) y a mí un ratito de charla interesante y reveladora. Últimamente, cada vez que coincidimos, nos concede pequeñas primicias de las que aun poca gente sabe nada y nosotras se las guardamos con escrupulosa confidencialidad, que es lo que merece su confianza. Y, en esta ocasión, nos anticipó que en la feria de este año estaría firmando su nueva novela de Bevilacqua y Chamorro, la que hoy os traigo, que ya había fecha aproximada de lanzamiento y que estaría ambientada en Afganistan.
Siempre me ha encantado esta pareja de guardias civiles, principalmente porque son personajes tremendamente humanos. Y las novelas que los albergan mantienen el interés, la intriga y la tensión de manera inteligente hasta el final, por lo que siempre son lecturas que te atrapan y te hacen desear nuevas entregas. Bevilacqua y Chamorro tienen ya entidad propia, creo que todos los que hemos ido leyendo sus novelas tenemos una imagen concreta de ellos. A veces, incluso, tengo la sensación de que Lorenzo se limita a transcribir lo que Vila le dicta, tal es el peso que han adquirido. En esta entrega están lejos de casa, en un entorno hostil y con una investigación compleja, con muchos huecos por cubrir. La base de Herat, en Afganistán, no sólo es el escenario principal de la novela, también tiene una enorme importancia en lo que se irá investigando, como después detallaré.
EL AUTOR: LORENZO SILVA
A estas alturas Lorenzo es lo suficientemente conocido, así que os dejo algunas notas de su biografía que podéis encontrar tanto en su propio blog como en páginas especializadas.
Lorenzo Silva Amador nació el 7 de junio de 1966 en Madrid (España) con ascendencias Publicó su primer libro a mediados de los años 90, Noviembre sin violetas (1995). Más tarde aparecieron títulos como La sustancia interior (1996), La flaqueza del bolchevique (1997), la historia de un hombre gris que cambia su vida tras un accidente de circulación, por la que fue finalista del Premio Nadal. Posteriormente llegaron Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia (1997), El lejano país de los estanques (1998), primera ocasión en la que aparecieron los personajes de Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, El cazador del desierto (1998), El ángel oculto (1999), El urinario (1999) o Viajes escritos y escritos viajeros (2000).
andaluzas y salmantinas. Hijo de militar, residió en Getafe tras ser su padre destinado a esta ciudad. Antes de dedicarse profesionalmente a la literatura, Silva estudió Derecho y ejerció la abogacía y la asesoría fiscal.
Por su novela El alquimista impaciente (2000), novela con el protagonismo de los citados guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, ganó el Premio Nadal. Después de conseguir este galardón, Silva escribió nuevos libros de la serie Bevilacqua/Chamorro como La niebla y la doncella (2000), la recopilación de novelas cortas Nadie vale más que otro (2004), La reina sin espejo (2005), La estrategia del agua (2010), La marca del meridiano (2012), novela por la que ganó el Premio Planeta, y Los cuerpos extraños (2014). La lluvia de París (2000), El nombre de los nuestros (2001), En tierra extraña, en tierra propia (2006), Pablo y los malos (2006), el ensayo Y al final la guerra: La aventura de las tropas españolas en Irak (2006) o El Blog Del Inquisidor (2008) son otros títulos de su prolífica obra.
Antes de esta última entrega de Bevilacqua y Chamorro, en 2015 publicó Musica para feos, una novela diferente y emocionante que ya anticipaba, en cierto modo, la presencia de Afganistán en su siguiente novela.
ASESINATO EN LA BASE DE HERAT
Tras una misión en la Cañana Real, Rubén Bevilacqua es requerido por su superior, el general Pereira, para un asunto delicado y también complejo: investigar la muerte del sargento primero Pascual González, que ha aparecido degollado en la base española de Herat (Afganistán). El arma del crimen es una especie de hoz típica afgana que se utiliza habitualmente para la recolección de la amapola: un lohar. No hay testigos, ni pruebas determinantes y la investigación requiere mano izquierda y resultados. Los medios de comunicación han avanzado un posible ataque talibán y la tensión es patente.
Junto con Virginia Chamorro, el cabo Arnau y la cabo primero Salgado, Vila viaja hasta la base española en Afganistán, para encontrarse con un caso más oscuro de lo que pensaban en principio que cuenta, además, con las complicaciones derivadas del escalafón militar y las relaciones entre los diferentes ejércitos presentes en la zona. Lo que van averiguando les dibuja un perfil algo pendenciero del fallecido, que ha tenido algunos encontronazos con compañeros, con otros militares y unos cuantos líos de faldas. Además, al parecer, se encontraba con un bajo estado de ánimo tras recibir la noticia de que su mujer había solicitado el divorcio. Pero ¿alguno de esos sucesos ha sido el detonante para asesinarle? ¿Puede haberse producido un fallo en la seguridad de la base y que, realmente, un talibán haya matado al sargento primero? ¿Hay algo más detrás que los guardias civiles no aciertan a ver?
DONDE LOS ESCORPIONES
La base española de Herat, entregada a las tropas afganas en 2014, estaba construída, literalmente, en un territorio plagado de escorpiones. Incluso el escudo de la base contenía un escorpión en su centro. Creo que el mayor mérito en esta entrega de Vila y Chamorro es cómo Lorenzo Silva nos traslada a una zona del planeta que todos sabemos que existe pero que, de alguna manera, obviamos. En general acabamos siendo conscientes de que hay tropas españolas en otros países cuando ocurre alguna desgracia, y eso es algo triste. Es una vida bastante dura para todos los que están allí, que no siempre son voluntarios, y para sus familias.
Lorenzo Silva, en varias entrevistas, manifestó que quería "explotar esa parte de la realidad española menos conocida pero muy significativa" porque es evidente que la literatura española ha dejado de lado la presencia de España en conflictos internacionales. El hecho de haber viajado hasta Herat da a Silva la posibilidad de describirnos un paisaje desolador, ardiente, en el que la vida se hace muy complicada. Y también cómo vivían las tropas españolas en la base, cómo se relacionaban con otras tropas y con los afganos, cómo eran sus medidas de seguridad.
El asesinato del sargento primero ha sembrado de dudas y desconfianza la base, sobre todo de cara a que haya podido infiltrarse un talibán para cometerlo. Pero también porque un compañero pueda ser el responsable. Cuando a Vila se le encarga la misión, él mismo es consciente de que en menos de dos días va a estar en el otro extremo del mundo y que no sabe nada de lo que se va a encontrar. Que va a tener que trabajar de modo muy diferente al que está acostumbrado. Que, por lo que le han anticipado, el tema de las relaciones con los militares está reglada de una manera que requiere tacto y protocolo. Incluso que, para su disgusto, va a tener que vestir con uniforme de campaña.
A lo largo de las diferentes entregas de las novelas de Bevilacqua y Chamorro los hemos visto evolucionar, madurar, ir conociéndolos casi como a viejos amigos. Psicológicamente, Silva los perfila a la perfección y en Donde los escorpiones nos permitirá, incluso, conocer a los padres de Chamorro y profundizar algo más en los vínculos de Vila con su hijo, con su madre y con Carolina, la juez con la que mantiene una relación. Darles la noticia de que se marcha a un lugar potencialmente peligroso le cuesta: no quiere que se preocupen a pesar de que él lo está. Además la madre de Chamorro le ruega que cuide de su hija. Las implicaciones personales, además de la misión, también le afectan de forma especial.
Antes de partir a Herat, se entrevistan con la esposa de Pascual González, el fallecido. La noticia de que ella quería el divorcio y quedarse con la custodia de sus hijos, al perecer, le había desestabilizado mucho. Pero ella les narra la historia de un hombre que, en las diferentes misiones en el extranjero, cambió de forma radical. Que se volvió más irascible y que empezó a ser infiel casi de forma compulsiva: era atractivo y lo explotaba. El personaje de Pascual, sin estar presente ya, va adquiriendo carta de naturaleza ante nuestros ojos a medida que leemos y veremos que guarda bastantes rincones oscuros.
El calor, el polvo constante en el aire que casi se mastica, el sol abrasador están perfectamente descritos. Tanto que casi pueden sentirse a medida que lees. Es un lugar en el que no sólo el clima hace muy complicado el día a día: la tensión ante posibles ataques es una constante con la que aprender a vivir. Me ha resultado sumamente interesante conocer el funcionamiento y la organización de la base, porque es algo que habitualmente no trasciende. Los lugares para dormir, la cantina, los despachos de los oficiales... es sencillo hacernos una imagen de ellos porque de nuevo Silva hace un ejercicio de descripción eficaz y nítido de todo. Interesantes, también, las peculiares relaciones entre los diferentes ejércitos que están en la zona y cómo para cada uno hay un protocolo a seguir, especialmente si se trata del estadounidense. Pocas veces tenemos ocasión de conocer estos pormenores y, personalmente, me han resultado apasionantes.
El estilo de Lorenzo Silva siempre es eficaz, ágil, mantiene y va aumentando el interés casi desde la primera línea. No necesita complicadas figuras retóricas. Las descripciones son brillantes, los personajes completamente reales. Maneja perfectamente los diálogos, que nunca son forzados y rezuman naturalidad; muchos de ellos están cargados de una fina ironía capaz de sacarte una sonrisa, sobre todo porque utiliza frases que podríamos usar cualquiera de nosotros. Además va dosificando la información al lector al tiempo que los guardias civiles la van sacando a la luz, para que les sigas los pasos al mismo ritmo. Es un fantástico narrador, de los que te sumergen en la historia con enorme facilidad.
Donde los escorpiones es una novela que merece, y mucho, la pena descubrir. Incluso cuando nunca hayas leído ninguna otra de la pareja de "picoletos". Seguramente, como me ha pasado a mí, empezéis a ver con otros ojos las misiones en el extranjero de nuestro ejército que están ahí, con todo sus riesgos y su dureza, aunque vivamos de espaldas a ellas. Merecen ser reconocidas.
Hola Yolanda!!!
ResponderEliminarTe he leído un poco en diagonal porque la tengo para leer y más después de asistir a la presentación que hizo en Cartagena, me pareció muy interesante y espero la semana que viene tener tiempo para contarlo en el blog. Aun habiéndote leído en diagonal...una reseña estupenda, como siempre.
Un beso!
tengo pendiente estrenarme con el autor. Y sigo lo hago con esta serie seria con el primero.
ResponderEliminarUn beso ;)
Leí los dos primeros de la serie y aunque me resultaron entretenidos, no llegué a conectar con los dos protagonistas. Es cierto que este me ha llamado especialmente la atención desde que salió, pero soy muy cabezota con las serie y tendría que continuar por el tercero, lo cual me da una pereza terrible. Pero quien sabe, después de leer reseña así, a una se le reactivan las ganas.
ResponderEliminarUn beso
Tiene mucho mérito hacer de Herat el telón de fondo de esta nueva entrega de Vila y Chamorro, a quién aún no tengo el gusto de conocer (quiero empezar por el primer libro para ver su evolución personal). Porque ciertamente está tan lejos y sale tan poco en las noticias que parece que ni exista. El trabajo de las misiones en el extranjero es admirable. Es una pena que tengan que existir, que en el siglo XXI aún continuemos matándonos unos a otros en vez de afanarnos por tejer la paz. Tras leer tu reseña he tenido, por un momento, la tentación de leerme esta novela de Silva. Pero no. ¡Empezaré por el principio!. Y ya llegaré a ella.
ResponderEliminarMe animaré con su lectura
ResponderEliminarAquí tengo mi ejemplar, esperando el pobre el turno de que le toque ser leído... Creo que a dos de mis primos, que no son guardias civiles pero sí militares, y que los dos han estado en Afganistán, les podría gustar esta novela.
ResponderEliminarQue buena reseña y que buena novela. Silva, fantástico como siempre. Bss
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