En ocasiones, el mundo de las presentaciones y certámenes literarios me regala sorpresas como la que hoy os traigo. Me ocurrió en el pasado Getafe Negro. Aquella tarde yo iba con José Carlos, mi amigo y librero de cabecera, para escuchar a Juan Ramón Biedma, a quien los dos admiramos y queremos. En realidad no me había fijado mucho en el resto de la composición de la mesa, aunque el nombre de Antonio Pampliega me llamó la atención, porque recordaba aquel terrible cautiverio de casi diez meses que sufrió tras ser secuestrado por Al-Qaeda en Siria mientras cubría como periodista el conflicto bélico. Pero no tenía ni idea de qué tipo de libro era del que nos iba a hablar. Y ahí saltó la historia que me dejó pegada a sus palabras y que consiguió que, al acabar, me lanzase de cabeza a comprar El quinto nombre. Antonio me lo firmo amablemente y, para redondear, se nos unió Lorenzo Silva. La breve charla que tuvieron los dos acerca de Irak y sus experiencias me resultó fascinante, porque estaba como espectadora de lujo.
He leído el libro en dos fases, tengo que confesarlo. Lo empecé enseguida tras aquella tarde en Getafe, pero paré su lectura porque me llegaron varios manuscritos para valorar que corrían cierta prisa. Y, cuando la he retomado, he preferido volver al principio y comenzar de nuevo para no perderme ningún matiz. Os aseguro que es una historia que se queda contigo durante bastante tiempo. Quizá, en mi caso, porque sigo sin poder comprender el grado de ensañamiento que se produjo en la guerra civil, la mayor parte de las veces con el único motivo de pensar diferente. Y eso vale para los dos lados, todos fueron capaces de las peores atrocidades. Dejadme que os cuente lo que ocurrió en Mejorada del Campo en 1936...
"MUCHOS TRAGOS ES LA VIDA Y UN SOLO TRAGO ES LA MUERTE" - MIGUEL HERNÁNDEZ
El quinto nombre es, sobre todo, levantar la losa de silencio instalada sobre la muerte de Tomás Martínez Negro, que era el sacristán de Mejorada del Campo cuando se produce el alzamiento y comienza la guerra civil. Antonio Pampliega nos contó cómo comenzó todo: cuando le llegaron a su mail, remitidos por un buen amigo en 2018, los documentos sobre un juicio sumarísimo sobre la única ejecución, la de Martínez Negro, que se produjo en Mejorada del Campo, lugar de nacimiento del propio Antonio y buena parte de su familia, en los primeros meses de la contienda. En esos documentos se hacía constar la condena de cuatro de los ejecutores y el quinto implicado constaba como huido: un hombre llamado Eladio Pampliega. La coincidencia en el apellido no podía ser una simple casualidad y ese fue el hilo del que decidió tirar y comenzar a investigar qué fue lo que realmente paso y qué fue de aquel que escapó.
En 1936, en Mejorada del Campo apenas vivían mil doscientas personas. Lo primero que Antonio confirmó fue que la ejecución sucedió y que Tomás Martínez Negro fue asesinado a sangre fría. Un hombre que ni siquiera era natural de Mejorada, que había llegado de Valladolid y no tenía ninguna filiación política. Además de sacristán, era profesor de música, director de la banda municipal y abría las puertas de su casa para enseñar a leer a los hijos de los labradores. Después del alzamiento, las posiciones enfrentadas entre ambos bandos también se manifestaron en el pueblo con toda su crudeza. Eran muchos más los partidarios republicanos que, crecidos, hacían padecer todo tipo de escarnios a quienes creían que no comulgaban con sus ideas, como el cura o el propio Tomás.
La investigación de Antonio Pampliega lleva a la conclusión de que Tomás Martínez Negro fue el cabeza de turco en aquellos días oscuros, en los que se había instaurado la idea de que había que matar antes de que los mataran a ellos. En El quinto nombre, Pampliega reconstruye lo sucedido en esos primeros meses de la guerra civil en Mejorada del Campo, aunque no resultó tarea fácil. La muerte del sacristán era un tema tabú para quienes aún quedaban con vida y con recuerdos en el pueblo. Todos sabían lo que había sucedido pero muy pocos quisieron hablar, aunque los testimonios de estos ayudaron a recomponer la historia. La ayuda de su padre fue fundamental para Antonio, porque le permitió indagar con más profundidad en su propia familia, descubriendo que había más de un secreto por salir a la luz.
El quinto nombre es una intensa mezcla entre el ensayo de investigación y la narración, que nos permite, por un lado, ir conociendo los hechos objetivos y, por otro, descubrir cómo se vivía en Mejorada en aquellos meses llenos de incertidumbre y miedo. Las primeras páginas nos cuentan, con detalle y desde dentro, el momento en que Tomás Martínez Negro es detenido y su ejecución a sangre fría y ya nos arañan y nos encogen el alma. El pánico de Tomás, las amenazas que jamás llegó a entender, la madrugada fría y desangelada en la que apagaron su vida y los cinco hombres que estaban allí para ejecutarlo provocan un escalofrío que recorre la espalda.
Es, en cierto modo, la crónica de una muerte anunciada (con mis respetos al gran Gabo) ya desde la primera frase: "Tomás Martínez Negro iba a morir". A lo largo de las 284 páginas que tiene el libro, la tensión y el desasosiego se instalaron en mí, especialmente en la primera mitad. Insisto en lo que decía al principio: ¿qué demonios estaba sucediendo en este país para que el odio campase a sus anchas por calles y campos? ¿Cómo fue posible tanta saña, tanta violencia? ¿Cómo justificar o tratar de entender lo que hicieron unos y otros sin que les temblase el pulso, tanto antes de la guerra como durante ella?
Tal como nos explicó Antonio Pampliega en aquella mesa de Getafe Negro, lo que ha querido con este libro es hacer justicia después de casi noventa años y sacar a la luz lo que sucedió, aún cuando eso supusiera rebuscar en los "sótanos" de su propia familia. Contar la verdad y no dejar la muerte de Tomás perdida en el olvido y el silencio. En todo momento se hace patente la implicación personal de Antonio en todo lo que cuenta. Estremece la sensación de que realmente estás viendo con tus ojos lo que pasó. Va alternando capítulos en los que detalla lo que iba averiguando y cómo y otros en los que, de forma novelada, describe cómo era la vida en Mejorada, las relaciones entre vecinos, la tensión creciente y casi palpable, El quinto nombre resulta un ejercicio de memoria muy revelador.
El subtítulo de El quinto nombre es El viaje a un pasado incómodo y resulta más que revelador. No es fácil enfrentarse a la muerte injustificada, a los rencores nacidos de la intransigencia, a la visión de una España rota en la que todo valía si lo hacían "los tuyos", hasta lo más terrible. Pero sirve, tal como explicó Antonio y yo, al menos, quiero creerlo, para que la muerte de Tomás Martínez Negro salga del pozo del olvido, que se conozca la verdad. Si, además, ha ayudado a que su autor se reconcilie con su pasado familiar, la labor ha quedado completa.
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