jueves, 17 de noviembre de 2022

COVA DONNICA, de Yeyo Balbás

Cuando hablo (o me hablan) de la batalla de Covadonga, no puedo evitar acordarme de mi hermana. Ella, tan poco amante de la Historia, a la que le costaba un mundo aprenderse nombres, fechas, guerras, personajes y todo lo que la asignatura conllevaba, siempre cuenta que sí hubo una cosa que se le grabó a fuego: la frase de uno de sus profesores que les dijo que "la victoria de don Pelayo en Covadonga no fue más que una mera escaramuza". De ahí en adelante no recordaba gran cosa. Es brillante en todo lo que hace, así que ya le voy cubriendo yo los huecos en la materia. Sobre la afirmación del profesor habría mucho que hablar. A estas alturas hay quien niega la mayor y asegura que la batalla de Covadonga no existió, quienes aseguran que militarmente no tuvo ninguna importancia, aunque supusiera el inicio de una rebelíon mayor, y quienes lo elevan a los altares como hito fundamental de la historia de España. ¿Mi opinión? Estoy convencida de que tal batalla existió y que, aunque militarmente no supusiera una gran y rotunda victoria para los astures, sí que abrió camino para seguir empujando, por decirlo de modo coloquial.

Cova Donnica, de Yeyo Balbás, la novela que hoy os traigo, ha sido la ganadora del XI Premio Ciudad de Úbeda de Novela Histórica y se entregó el galardón a su autor a principios de octubre, en el marco del certamen. Allí nos explicó que esta novela puede considerarse la continuación de una anterior suya, El reino imposible, aunque es independiente y como tal puede leerse. Yo desconocía este dato cuando la leí y lo cierto es que no he echado nada en falta ni me ha cojeado por ninguna parte. 

"AUNQUE FUERAIS TRECE VECES TRECE, YO NO ESTARÍA SOLO" - RODRIGO DÍAZ DE VIVAR

Han pasado seis años desde el desembarco de los musulmanes en la península. Corre el año 717 y el nuevo gobernador de al-Ándalus, Al-Hurr, está dispuesto a aniquilar los últimos y escasos focos de resistiencia visigoda. Bajo la despiadada tutela de Opas, el obispo de Toledo que traicionó a don Rodrigo, los principales linajes de lo que fue el reino visigodo han de enviar  rehenes a Córduba. El hijo del duque de Cantabria, Fruela, acude allí para garantizar la lealtad de su gente, pero su verdadero propósito es encontrarse con Pelayo, un noble astur, antiguo espatario del rey Rodrigo, y entregarle una carta que desencadenará una rebelión en las montañas del norte.

A su vez, en el otro lado del Mediterráneo, el imperio bizantino lucha por su supervivencia frente al mayor ejército sarraceno conocido. Mil ochocientas naves de guerra avanzan hacia Constantinopla y nada parece poder detenerlos.

Así, a priori, y leído solo el resumen, puede parecer que Yeyo Balbás está tocando momentos históricos diferentes y que nada tienen que ver uno con otro. Pero no es así, aunque en ocasiones nos parezca que la historia de las diferentes culturas o imperios van por separado. En el mismo momento histórico en que se luchaba en Covadonga, Constantinopla también lo hacía para evitar ser conquistada por los musulmanes. Existe (y creo que esa es la intención del autor) un claro paralelismo entre ambos hechos: victorias conseguidas ante un mismo enemigo más grande, más poderoso y mejor armado que supusieron un cambio, un punto de inflexión.

He de decir que, abstraída como me encontraba en la lectura de los hechos más nuestros, en la península, los saltos hacia lo que estaba ocurriendo en Constantinopla me sacaban un poco de sitio. Quería que transcurrieran rápido para volver aquí. Solo avanzando en la trama me di cuenta del motivo por el que Yeyo los intercalaba. De todas maneras, la novela trata mucho más ampliamente lo que sucede en los restos de la Hispania visigoda que en los del otro lado del Mediterráneo.

Personalmente, creo que es un acierto colocar a Fruela como protagonista. Es un personaje que te gana por completo, con todas sus virtudes y también con todos sus defectos. Seguir sus pasos es  sumergirte en una ambientación perfecta: se puede sentir el frío de las montañas del norte, el mismo que atraviesa el cuerpo de Fruela. El barro, la soledad, la falta de alimento... También resulta fascinante el dibujo que Yeyo Balbás hace de un imperio visigodo en ruinas, completamente devastado, con pueblos que ya son solo cascotes o un recuerdo, con la población mermada o prisionera y con los nobles y autoridades religiosas vendidos al mejor postor: los nuevos "amos" árabes que les conceden privilegios a cambio de traicionar a los suyos. Ese paisaje de mundo venido abajo me ha encantado, porque además se centra no en las grandes decisiones políticas ni en lo que ocurría en los focos de poder, sino que lo hace en la vida cotidiana, en cómo vivía la gente de a pie: sus casas, sus necesidades, sus penurias, sus familias. Todo eso consigue que te transportes allí y te empapes por completo.

También es un acierto haber dotado a los personajes de una humanidad absoluta. No todo es negro o blanco, hay una enorme gama de grises. Sus reacciones son las lógicas en el momento que les tocaba vivir. El ejemplo de Fruela es, quizá, el mejor. Vamos a conocer sus certezas, sus miedos, su valor, su lealtad, sus dudas, pero también su capacidad para amar, la ternura con la que trata a su hija, su deseo de proteger a su familia por encima de todo. Los protagonistas de Cova Donnica no son estatuas colocadas en un desfiladero como recuerdo de lo que fueron: son de carne y hueso, casi podemos escucharles.

Hay escenas de batallas relamente impactantes. No se trata de las grandes batallas que tendrían lugar años después, en campo abierto y con ejércitos más grandes, pero sí tienen importancia para lo que sucederá posteriormente en Covadonga. No hay nada del romanticismo de la guerra en ellas: hay sangre, hay vísceras, hay miedo, hay dolor. El autor no se recrea en ellas, pero sí nos las muestra con toda su crudeza. 

Si aún no la habéis leído, haceos con Cova Donnica y dejaos llevar. Puede que hayan pasado mil doscientos años de aquellos hechos, pero gracias a lo que ocurrió entonces hoy estamos aquí y somos lo que somos. Al magen de discusiones sobre la certeza o no (insisto en que yo sí estoy convencida) de lo que llevó a la batalla y de cómo se desarrolló esta, lo cierto es que fue lo suficientemente importante para que la Historia se girase y comenzase a llevar otro rumbo. Como le dijo Sebastián Copons a Íñigo en la novela de El capitán Alatriste: "Ve y cuenta lo que fuimos". En mi opinión, eso es lo que ha hecho Yeyo Balbás en esta novela. Disfrutadla.


5 comentarios:

  1. Soy como tu hermana😂 terrible para fechas y guerras!!!!
    Parece muy interesante veré de leerlo si lo consigo.
    Abrazo! !!

    ResponderEliminar
  2. Estoy contigo Yolanda. La batalla existió, en mayor o menor nivel y fue un punto de inflexión, un antes y un después.

    ResponderEliminar
  3. También soy de la opinión que dicha batalla existió y que fue llave que abrió una puerta mas a la reconquista. Como siempre, querida amiga, un reseña brillante. Contigo y tus recomendaciones mi biblioteca histórica crece y crece. Y yo preocupada, fijese usted 😜. LECTURAS Y CURIOSIDADES DE ANA

    ResponderEliminar
  4. Ganas de leer esta novela que tan bien reseñas ❤️

    ResponderEliminar
  5. Comparto la opinión, un muy buen libro, solo le voy a poner un "pero" un pequeño glosario al final del libro con términos, que quien no esté familiarizado con la época le pueden ser algo confusos, por lo demás muy buena, al igual que su predecesora.

    ResponderEliminar