Nunca olvidaré la tarde en la que, en vísperas del 2 de mayo, pregunté en clase si sabían por qué ese día era festivo en Madrid. Sus caras de pasmo lo decían todo. Finalmente uno, más osado, me dijo muy serio: "porque lo dice Esperanza Aguirre". Nada sabían de lo ocurrido aquel día de 1808 en nuestra ciudad y me dio tanta rabia que dediqué la clase a contárselo. Con pelos y señales pero, sobre todo, novelándoselo, haciendo que lo vivieran, poniendo carácter y hasta voz a los protagonistas de aquel día. Toda la hora los tuve con los ojos como platos, muy callados excepto para soltar algún insulto a Murat o a las tropas francesas. Y al final, lanzaron hurras y gritos cuando Daoiz, levantándose sobre su pierna herida, atravesó con su sable al general Lagrange, que le había llamado traidor.
No me gusta ver la historia como algo lineal, apolillado ni lleno de polvo. No me gusta que sea una sucesión de hechos que nos hacen repetir como loros y que parecen formar parte de un mosaico que nunca se ve completo. Por eso siempre procuro contarla de manera algo informal, haciendo que sea divertida, que esté viva al menos en mis palabras. Me siento muy orgullosa de que "mis niños" se apasionasen con ella y consiguiesen no sólo aprobar, sino hacerlo sobrados y convencidos.
Por eso, cuando vi este libro me quedé prendada. Tenía que leerlo. Primero porque la época me apasiona, los Reyes Católicos me parecen unos adelantados (aunque en este libro se discrepe) y la reina doña Juana es uno de mis personajes históricos favoritos. Al Hermoso, por mi parte, le tengo una manía importante, de esas concienzudas y fundadas. El título, además, en su segunda parte, "Anatomía de un crimen", ya anticipa algo de lo que yo he estado convencida desde siempre: que al Hermoso se lo quitaron de enmedio. Este libro esboza varias teorías y yo tengo la mía, aunque confieso que es menos interesante y más imaginativa. Más que nada porque es una pura invención... o no. Quién sabe.
LOS AUTORES: DAVID BOTELLO Y MAY RODRÍGUEZ ALBENDEA
David Botello es un hombre muy polifacético. Nacido en Madrid en 1969 es licenciado en Imagen por la Universidad Complutense de Madrid, diplomado en Interpretación y diplomado en Dirección de Autores y Análisis de Textos (ambas diplomaturas por el Laboratorio Teatral William Layton). Ha realizado abundantes trabajos para la televisión, desde guionista de "Aquí hay tomate" hasta director de la tercera temporada de "Un paseo por las nubes" y "Asalto a
Marbella". Como guionista de ficción, trabajó en la primera temporada de "Frágiles" y en "La pecera de Eva". También es autor de varias obras de teatro como "Y tú en piezas" y "Más allá del puente", que después de su éxito en Madrid y Barcelona estuvo dos años de gira por España. Respecto a su actividad literaria, además del libro que nos ocupa, es coautor con Isabel Rábago de "La Pantoja, Julián y Cía. Asalto a Marbella" y escribió la biografía "Luis Alfonso de Borbón. Un rey sin trono". Desde el 15 de abril podemos ver en Telemadrid su programa "El punto sobre la historia", un proyecto de divulgación de historia diferente y entretenido, que ya viene de largo y que empezó con un podcast en febrero de 2014.
May (José María) Rodríguez Albendea es un apasionado de la historia y un gran estudioso sobre ella. En su momento cursó Ciencias Políticas y Estudios Internacionales pero a nivel personal se considera, por encima de todo, historiador. Nacido en Burgos, goza de un fino e irónico sentido del humor que le hace enfrentarse a la historia sacudiéndole las telarañas.
¿HERMOSO, LOCA, CATÓLICOS? ¿CUÁNTO HAY DE VERDAD?
"Felipe el Hermoso. Anatomía de un crimen" es, para los que nos gusta la historia, un bombón en forma de libro. Pero siempre y cuando os guste la historia vista desde fuera de los arquetipos y de las teorías "oficiales" mil veces repetidas. Siempre he considerado que la historia es algo vivo y que, al igual que en tantas cosas de la humanidad, puede ser recolocada y revisada
cuando se encuentran pruebas para ello. Este libro hace eso, en cierta manera. Nos va a contar, desde el nacimiento y la infancia de los Reyes Católicos, su vida, sus azares, su matrimonio, su vida en común, los planes para sus hijos y para la construcción de un "imperio", las muchas muertes a las que se enfrentaron. Y finalmente, al reinado de su hija Juana I de Castilla y su marido, Felipe, primer rey de la casa de Austria en tierras españolas y a quien, y lo digo sin ambages, detesto de forma muy concienzuda. Por muchos motivos.
Ya el título avanza una de las teorías del libro: que al Hermoso lo mataron. Y había muchos y variados motivos para hacerlo. Esta es una teoría que yo he mantenido desde mi adolescencia y me encanta verla reflejada por escrito. Pero para llegar a eso vamos a viajar por una época única, convulsa, llena de intrigas y de pactos políticos en los que las chaquetas cambiaban a cada paso. Una época completamente diferente en su desarrollo a lo que estaba sucediendo en el resto de Europa, aunque Europa va a ser muy importante en muchas de las decisiones de los Católicos. Tanto Isabel como Fernando, desde mi punto de vista, no pueden ser medidos con parámetros actuales. Siempre, también, me he negado a ello. Creo que, simplemente, eran una mujer y un hombre de su tiempo, quizá con una ambición concreta, que usaron las armas que tenían a mano para conseguir sus objetivos. Isabel, por el hecho de ser mujer, aun más. Juzgarles de acuerdo a lo que hoy día creemos, pensamos o tenemos mal visto es un error, porque nos hace perder perspectiva.
Lo que hace a este libro diferente es el lenguaje utilizado. Un lenguaje llano, nada académico, a veces incluso coloquial, con una carga humorística que nos hace esbozar más de una sonrisa cuando no una carcajada. Y eso es muy de agradecer porque aprender la historia como una sucesión de hechos protagonizados por personajes de cartón piedra puede ser lo más aburrido del mundo. Siempre pongo de ejemplo a mi hermana, que aborrece la historia con ganas por haber tenido que estudiarla de esa manera, que suele contar que lo único que recuerda claro es aquella frase de su profesor de bachillerato: "La victoria de Don Pelayo en Covadonga no pasó de ser una mera escaramuza". Pero no le preguntases quién era Don Pelayo, por ejemplo. Ahora ya lo sabe, más que nada porque la tuve riendo tres días cuando le vendí la moto de que, en la estatua que hay del rey visigodo en Covadonga, había una placa que ponía: "Escondeos, coño, que nos ven". Y la buscó.
Quizá a los puristas este libro no les haga gracia, pero yo me lo he pasado en grande, lo reconozco. No estoy de acuerdo con algunas de las conclusiones o con el dibujo que se hace, por ejemplo, de Isabel y Fernando, que a veces más parecen conspiradores dignos de estar en la nómina de la CIA. Cierto es que se vieron envueltos en muchas intrigas y que tanto el trono de Castilla como el de Aragón eran dos bicocas a los que aspiraban. Fernando lo tenía más sencillo, por ser hijo del rey. Pero Isabel tuvo que luchar mucho para hacerse con él, especialmente porque el rey era su hermano, un tipo bastante inestable a quien manejaban a su antojo unos y otros y al que acusaron de cornudo y de no ser padre de su hija Juana, llamada la Beltraneja. Una Isabel con las ideas muy claras, con una infancia terrible encerrada junto a su madre, completamente enajenada, en el castillo de Arévalo (qué curiosa coincidencia con su nieta Juana) pero consciente de su valía, negándose a casarse con quien pretendían imponerle. Y sí, como señala el libro, profundamente religiosa. Pero repito, era la época.
Los autores juegan a hacer la lectura amena y divertida explicando las cosas con un conocimiento histórico apabullante pero sin llenarnos de datos rígidos, haciéndonos ver a los personajes como lo que fueron: de carne y hueso, con sus miedos, sus amores, sus decisiones. Incluso, en ocasiones, lo hacen un poco al estilo del periodismo del corazón actual pero lleno de ironía y francamente divertido.
Tampoco comulgo demasiado con esa idea "revisionista" del personaje de la reina Juana, por la que siempre he sentido casi hasta cariño, acerca de que no padecía una seria enfermedad mental. Sus "estados crepusculares" que la seguían desde que entró en la pubertad, sus cambiosde humor, sus arranques de ira estaban ahí antes de su viaje a casarse con el impresentable del Hermoso. En los periodos de lucidez, mostraba su educación y su esmerada formación. Pero los embarazos empeoraban, como suele ser habitual, su salud mental. Y el maltrato continuado de su marido tampoco ayudó, como no ayudó el clima de Flandes, tan húmedo y oscuro, tan diferente al de Castilla ni tampoco pasar de la rigidez de la corte castellana al cierto "desmadre" de la borgoñona. Del matrimonio, la más guapa era Juana, sólo hay que ver los cuadros. Y fue Felipe el que se encaprichó de ella cuando la conoció. Juana nunca enloqueció de amor, aunque durante mucho tiempo trató de ser una buena esposa para su marido y, en algunas de sus cartas, manifiesta cómo no quiere caer en los celos que siempre castigaron a su madre, la reina Isabel, por los continuos devaneos de Fernando.
Felipe era el típico malcriado, egoísta, acostumbrado a hacer su santa voluntad. Y de hermoso no tenía nada, su rostro, tal como nos ha llegado retradado es bastante abúlico. Su matrimonio con Juana le vino bien para aspirar a un trono como el de Castilla pero su formación era tan justa que la primera vez que pisó Castilla venía convencido de que podría cazar jirafas. Despreciaba a sus suegros, a la corte castellana, a su mujer. Y sí, es cierto que quiso demostrar la locura de ésta haciendo que un tal Martín de Moxica escribiese un diario con el día a día de Juana, diario que llegó a mostrar en las cortes castellanas tras la muerte de la reina Isabel. Ese diario se ha perdido y es una pena, porque considero que habría datos muy, muy interesantes sobre su enfermedad. En este libro tampoco se muestran muchas simpatías por el Hermoso, así que a nivel personal me ha hecho hasta ilusión.
A Juana, aun en Flandes, enviados de la corte castellana, comprobando el estado en que se encontraba, llegaron a ofrecerle retirarse a Arévalo pero era tal el terror que Juana tenía a aquel castillo, por los recuerdos de su abuela enajenada, que cayó en una crisis tremenda. Tratar a un enfermo mental en esa época era complicado. El encierro era lo habitual, no había tratamientos. Nunca he creído en la maldad de Fernando el Católico sobre los motivos para llevarla a Tordesillas, a él en ese momento le daba un poco igual. Había contraído nuevo matrimonio y esperaba tener descendencia de él. Si el hijo que tuvo con Germana de Foix hubiese vivido, Fernando se habría centrado en Aragón y habría visto con cierto regocijo cómo Castilla se despedazaba. Sobre la enfermedad de Juana os recomiendo el capítulo dedicado a ella en un libro maravilloso llamado "Locos egregios", del doctor Vallejo Nájera.
David Botello y May Rodríguez Albendea ponen rostro, voz y hasta volumen a personajes históricos que, de tan conocidos, parecen haberse quedado como simples estatuas de las que se cuentan hechos. Conoceremos las dudas y los vaivenes personales de Enrique IV el Impotente, el hermano de Isabel, las maquinaciones de Alvaro de Luna, el marqués de Villena, Pierres de Peralta (al que llaman en el libro "el señor Lobo aragonés", recordad Pulp Fiction), el pobre Alfonsito (hermano de Isabel al que llevaron y trajeron a su antojo y que murió muy joven)... caminaremos junto a ellos para enterarnos de muchos pormenores desconocidos y que explican muchas cosas. A lo largo de sus 295 páginas vamos a disfrutar, y mucho, de la historia como algo entretenido, interesante, divertido y capaz de sorprendernos olvidándonos de esos listados de hechos y fechas que tan a fuego intentaron marcarnos.
Es un libro que no da tregua, que nos sumerge sin ninguna dificultad en una época que creemos conocer pero de la que sabemos muy poco, que nos va brindando un escenario y unos hechos apasionantes. Un libro de historia que jamás aburre, aun cuando no sea vuestro tema favorito y que seguro que os hará mirar con otros ojos la época. Incluso descubrir que las cosas no son siempre como nos las han contado o que elaboréis vuestras propias teorías sobre el trágico final del Hermoso, porque os pondrán todos los datos ante los ojos. Si soy muy puristas de la historia quizá os rechine el modo en que Botello y Albendea lo cuentan, pero en general es de agradecer este soplo de aire fresco a la hora de escribir un libro de este tipo.
Para terminar me permito dejaros una anécdota que no aparece en el libro pero que a mí siempre me ha encantado: Fernando el Católico, tan inteligente y sobrado para tantas cosas, era muy dado a consultar a adivinos. Era una época de gran auge de este tipo de prácticas, incluso amparadas por la iglesia, en figuras de monjas o beatas visionarias, como el caso de la beata toledana María de Ajofrín. Uno de estos adivinos consultados predijo al Católico, mucho antes de que sucediera, que moriría en Madrigal, pueblo de nacimiento de su esposa Isabel. Desde ese momento Fernando se cuidó muy mucho de volver por allí. Curiosamente Fernando acabaría falleciendo en Madrigalejo... por poco se equivocó el adivino.
Esta reseña participa en la Yincana Histórica de los blogs Negro sobre Blanco y De tinta en vena. Hoy 3 de mayo en el apartado "El protagonista es un rey"
La reseña es espectacular, como lo lees. La verdad es que a mi siempre me ha gustado mucho la historia, posiblemente porque tuve la suerte de tener algún que otro profesor que la vivía y transmitía del mismo modo que tú. Con respecto a los Reyes Católicos, coincido contigo, pero de su descendencia me quedo con Catalina antes que con Juana, porque la biografía de la primera me parece mucho más interesante que la de la otra pobre.
ResponderEliminarUn beso.
Menuda reseña guapa! y me apunto el libro que no conocía. Besinos.
ResponderEliminarEstoy contigo en que la mayoría de los que no tienen especial interés en la novela histórica es debido a la formación (o mas bien mala formación) recibida durante la vida escolar. Besos
ResponderEliminaren realidad , Pelayo no era ni godo ni noble ni pasaba de ser un paisano con cierto poder tribal pero estaba muy harto de impuestos , por lo que podríamos catalogarlo como un insumiso fiscal con muy mala leche
ResponderEliminarYa te lo he dicho, tengo que leer este libro sí o sí. Sabes que me apasionan los Reyes Católicos, y comparto tu odio hacia el hermoso. Se lo cargaron, no me cabe duda, lo único que lamento es que le permitieran pisar el sagrado suelo de Castilla.
ResponderEliminarBesos a miles!!!!
Qué pena me da que haya gente a la que no le guste la historia por haber tenido un profesor que no la sabía contar; vamos, más o menos lo mismo que me pasó a mí con las matemáticas, jajajaja. Me apunto esta novela, que seguro que me va a encantar, pero es que además puede ser un regalo ideal para mi señora madre.
ResponderEliminarYa podían haberme mandado a mi lecturas como esta... pero es una verdad muy grande, depende mucho de los profesores que sus alumnos muestren más o menos interés por una asignatura. Las cosas bien explicadas y de forma amena no tienen por qué convertirse en imposiciones, estudiar no tiene por qué ser un castigo. Y yo por desgracia no tuve mucha suerte con mis profesores de historia, nos llenaban de apuntes y lecturas interminables y a una velocidad que me resultaba imposible sacarlos algún partido útil. Dicho esto, y ya que no tuve ocasión de leer esta novela ni por obligación ni por voluntad (no la conocía), me voy a apuntar el título.
ResponderEliminarAquí tienes una nueva seguidora. Espero que también te pases por mi blog y así podamos leernos a partir de ahora.
Un saludo!
Me alegra mucho que te haya gustado, yo soy fan de la historia pero contada con "arte". Me he hecho seguidora de tu blog también.Un besote.
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