viernes, 8 de marzo de 2024

EL MISTERIOSO CASO DE LOS ÁNGELES DE ALPERTON de Janice Hallet

 Es cierto y lo declaro a los cuatro vientos: me declaro fan irredenta de Janice Hallet. Este es el tercer libro que leo de ella y solo puedo asegurar que se ha convertido en una de mis autoras favoritas, no solo porque sus tramas sean endiabladamente complejas, sino por cómo plantea sus libros. Nunca vamos a ver una narración lineal y clásica, serán las nuevas tecnologías las que marquen el "tempo" y el modo de contarnos lo que sucede. Ya en la primera novela suya que leí, La apelación, todo estaba en los correos electrónicos que se enviaban los protagonistas unos a otros y de los que se extrapolaba la información (conseguía que odiásemos mucho aciertos personajes, a otros se les descubrían asuntos familiares muy turbios y un asesinato rondaba sobre sus cabezas) hasta un final realmente impactante, que no esperé nunca. Después, en El código Twyford, eran las grabaciones en el móvil las que tomaban la voz cantante (y nunca mejor dicho) en un caso en el que un ex presidiario se empeñaba en descubrir qué había pasado con una de sus profesoras del colegio que desapareció en una excursión. En ambos casos había mucho más de lo que parecía, salían a relucir muchos trapos sucios y conseguían no solo mantenerte en tensión, sino hacer "trabajar" a tus neuronas para intentar averiguar qué demonios estaba pasando.

En esta novela, El misterioso caso de los Ángeles de Alperton, cuyo título tiene reminiscencias que nos llevan a la gran Agatha Christie, Janice Hallet lo vuelve a hacer. Da una vuelta de tuerca más a su personalísima manera de plantear sus libros, para sumergirnos en un antiguo y terrible caso con, al parecer, muchos más cabos sueltos de lo que la cerrada investigación pretendió. Será una periodista quien comience a tirar de los hilos que va encontrando para acabar por sumergirnos en un misterio apasionante y complejo, con ramificaciones inesperadas, y que aún parece escocer a mucha gente. Vamos allá y no olvidéis que cualquier cosa puede ser importante. Cualquiera.

DIECIOCHO AÑOS DESPUÉS

La periodista Amanda Bailey lleva tiempo escribiendo sobre sucesos y actualidad y se ha ganado una sólida fama. Pero quiere dar un paso más y una editorial conocida le plantea que participe en una colección de libros sobre crímenes reales. Es entonces cuando se decide por el caso de los Ángeles de Alperton, un siniestro y misterioso episodio ocurrido dieciocho años antes sobre el que se ha escrito mucho, incluso se han rodado películas: los miembros de una secta bautizada con ese nombre, intentaron sacrificar a un bebé por considerarlo el Anticristo. Pero algo inesperado debió ocurrir y los miembros de la secta aparecieron muertos. Todos menos su líder, el carismático Gabriel Angelis, y dos jovencitos, chica y chico, captados por la secta y que parecían ser los padres del bebé. Amanda es consciente de que aquel bebé que iba a ser sacrificado tendrá hoy dieciocho años, ya es mayor de edad, y conseguir sus declaraciones significaría una primicia bomba. Pero surge un problema inesperado: Oliver Menzies, un escritor rival, también ha tenido la misma idea. Y, por lo que parece, tiene mejores contactos que Amanda para seguir la pista del bebé. Haciendo de la necesidad virtud, se verán obligados a colaborar en la investigación, aunque Amanda desconfía constantemente de Oliver, a quien ya conocía de años atrás. Inesperadamente comienzan a descubrir que todo lo que se cree saber sobre los Ángeles de Alperton es falso, que la verdad es mucho más extraña y oscura. Y que la historia de la secta no ha terminado aún.

Os decía antes que Janice Hallet ha dado una vuelta de tuerca más en su modo de plantear esta novela. Como en las anteriores, no hay una narración al uso. Esta vez caminamos al lado de Amanda Bailey e iremos leyendo sus whatsapp, sus correos electrónicos, sus carpetas con información, las grabaciones de su móvil cuando entrevista a implicados en el caso. Es una mujer capaz de llevarse por delante lo que sea con tal de conseguir la información que busca, aunque sea con verdades a medias o usando a quien haga falta, con muchas y variadas artimañas, si puede obtener un mínimo dato. Podéis pensar que un libro, escrito de este modo, es caótico y difícil de seguir: os aseguro que, como en los anteriores, nada más lejos de la realidad. Primero porque es lineal, vamos a ir leyendo todo lo que Amanda escribe, habla y va descubriendo día a día. Y porque Janice Hallet lo hace de un modo tan magníficamente genial, que consigue sin dificultad meterte hasta las trancas en la investigación de la periodista.

Amanda Bailey comienza a darse cuenta de que hay muchas cosas que no están claras. Que hay testimonios de la policía, sobre lo sucedido aquella noche, que no cuadran y que se contradicen entre ellos. Que al bebé lo descubrieron casi de casualidad. Que los dos jovencitos captados por la secta, Holly y Jonah, ambos menores, mostraron siempre una actitud esquiva y no colaboraron gran cosa con las autoridades. Que parece que toda la información sobre el bebé y lo que sucedió con él ha desaparecido, aunque se supone que fue dado en adopción. Y que Gabriel Angelis, desde prisión, siempre ha proclamado su inocencia.

Estamos ante una novela diabólicamente original, que nos obliga, de alguna manera, a tratar de querer conocer la verdad de lo sucedido aquella noche. A medida que Amanda y Oliver avanzan en sus pesquisas (aunque será con Amanda con quien compartamos su camino) se van encontrando cada vez más con callejones sin salida o con la imposibilidad de acceder a algunos testimonios o documentos. Lo que para ella es un reto ante el que crecerse, a Oliver parece que empieza a venirle grande y se obsesiona, cada vez más, con la parte más oscura de las sectas y el ocultismo.

Es verdad que Janice Hallet se guarda algún que otro conejito en la chistera que se descubre hacia el final de la novela, aunque no es especialmente relativo al caso que investiga Amanda. Pero, con todo, estamos ante otro ejercicio brillante de cómo escribir una novela de crímenes original, diferente, llena de trampas deliciosas, que va dosificando la información manteniendo un control total sobre lo que quiere contar y que consigue que el lector se enganche sin remedio porque NECESITA saber qué demonios ocurrió aquella noche en que una secta pretendió asesinar a un bebé. Y, también, por qué ese bebé parece haber desaparecido sin dejar rastro.

Como en las dos anteriores, os aseguro que he disfrutado de la lectura a lo grande. Es un feliz golpe de aire fresco y todo un reto a nuestra capacidad para discernir, entre los muchos datos que se van desgranando, cuál es la verdad. Janice Hallet se ha convertido, por derecho propio, en una de mis autoras de cabecera, por lo que solo puedo agradecer, de todo corazón, a Atico de los Libros por publicarla. Ojalá tengamos pronto un nuevo caso entre las manos.


 


 



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